Cuando mi hija iba a cumplir 16 años, quiso hacer una piyamada con 8 amigas en la casa de mi madre, al lado de la mía, cuando mi madre no estaba. A mí no me encantaba la idea, pero mi madre le dio permiso y le puse las reglas básicas que ella aceptó: nada de alcohol (sabía que una de las chicas que asistían podría intentar colar algo) y todo limpio al día siguiente. Al día siguiente, mi hija me dijo que alguien había iniciado una pelea de comida en la cocina mientras hacían cup cakes y que acabó con la masa de los pasteles pegado por todas partes. Cuando mi hija dijo que había acordado conmigo de dejar la casa limpia, por lo que todos tuvieran que limpiar el desorden, uno de ellas dijo: "pues yo no lo voy a hacer, solo porque tu mamá lo dijo, de todas maneras ¿por qué harías lo que ella quiere?". A lo que mi hija respondió: "¡porque quiero!".
¡Wow! Fue un momento clave para mí. Muchos niños no quieren hacer lo que sus padres quieren, sobre todo a los 16 años. Y, por supuesto, han habido muchas ocasiones en las que mis hijos quieren algo diferente a lo que yo quiero, lo que puede llevar a largas discusiones sobre por qué se les debería permitir hacer algo que yo me resisto a permitir. Esta fiesta de pijamas, de hecho, es un buen ejemplo de una ocasión en la que decidí permitirla, pero sólo después de acordar ciertas condiciones.
Por supuesto, mi hija quería cumplir esas condiciones. Sabe que toda nuestra relación se basa en la confianza y que nuestra relación es una de las cosas más importantes de su vida. Si hubiera roto nuestro acuerdo, y yo me hubiera enterado, me habría sentido terriblemente herida, y ella lo sabía. En el fondo, ella mantiene sus acuerdos conmigo por la misma razón por la que yo mantengo los míos con ella: nunca nos haríamos daño intencionadamente.
Resulta ser que esta otra niña de la piyamada tenía una relación terrible con sus papás; está claro que no se lo pensaría dos veces a la hora de violar un acuerdo con ellos. Me da lástima pensar en la desconexión de esta niña con sus padres, una desconexión que claramente está empeorando con su comportamiento. Sé que sus padres la quieren; sé que ella anhela su amor. Me gustaría poder decir a todos los padres de un niño de seis años que empiecen ahora a construir una relación estrecha con su hijo, estarán muy agradecidos de haberlo hecho cuando tengan 16 años.
Estos son algunos consejos de como lograrlo.
1. Deja de levantar la voz y empieza a escuchar. Si te pones a gritar, erosionas la conexión con tu hijo. Si escuchas e intentas ver las cosas desde su punto de vista, crearás un puente de entendimiento que durará el resto de tu vida. Ten en cuenta que para ello tienes que regular tus propias emociones. Los niños pierden el respeto por los padres que se dejan llevar por sus propias rabietas.
2. Fomente la inteligencia emocional. Los niños con una alta Inteligencia Emocional toman mejores decisiones. No se dejan llevar por sus impulsos, las emociones fuertes o por la necesidad de pertenecer al grupo. Para criar a un niño emocionalmente inteligente, empieza por ofrecerle seguridad emocional, tranquilidad y empatía. Luego, modele cómo los niños pueden expresar sus necesidades y sentimientos sin atacar a los demás. Por último, permita todas las emociones, aunque limite el comportamiento.
3. Deje de castigar. Nunca es necesario castigar a un niño para que aprenda una lección. Hay que fijar límites con empatía (considerando su punto de vista) y en colaboración. Si cometen errores por mal juicio aprenden mucho más conversando sobre lo que pasó y los aprendizajes que con castigos arbitrarios.
4. Priorizar la relación. Los niños no pueden articularlo, pero necesitan saber que los adoramos, que creemos en ellos y que los valoramos tanto que cuidarlos nos hace felices. Si constantemente les estamos dando el mensaje de que otras cosas como los teléfonos, nuestro trabajo, sus hermanos o la casa en orden son más importantes que ellos, no desarrollan la inquebrantable seguridad interior que les permite tomar buenas decisiones en la vida. Cuando los niños se sienten desconectados, se comportan mal, así que fortalecer y endulzar tus interacciones con tu hijo es la receta para una mayor cooperación, así como para una mejor relación. Quizá lo más importante que puedes hacer para ayudar a tu hijo a prosperar es simplemente disfrutar de él y sentir placer por lo que es.
Esta crianza respetuosa cría a un niño que cuida su relación con usted. Y eso hace que sea un adolescente digno de confianza.